Botón de muestra II

Savita Bettaglio

Por Leonor Villasuso Rustad

Esta es la segunda de tres entregas con entrevistas a algunas de las 42 artistas participantes en la exhibición “Latina and Latinx MN: Re/Claming Space in Times of Change” que estará abierta al público hasta el 8 de diciembre en la galería Catherine G. Murphy de la Universidad St. Catherine (2004 Randolph Avenue, San Pablo).

Savita Bettaglio
La mayor de tres hijos de una pareja bicultural – él, salvadoreño y ella, estadunidense –, Savita Bettaglio siempre supo que quería ser artista y tuvo el apoyo de sus padres que, en su tiempo, quisieron también dedicarse al arte, pero no pudieron hacerlo por la oposición de sus respectivas familias – hoy en día los tres hijos se dedican al arte. Bettaglio estudió la licenciatura en bellas artes en la Universidad de Minnesota, y como parte de su licenciatura vivió un año en Venezuela en donde, por cierto, cuenta en entrevista telefónica que se enamoró. Trabajó como maestra de arte en El Colegio al tiempo que seguía pintando, hasta que se dio cuenta que, si quería lograr su sueño de ser madre, necesitaba dar un giro profesional que le redituara los ingresos económicos requeridos para sus planes.

Se fue a Oaxaca por un tiempo, y luego a Barcelona, buscando qué quería hacer, reconectándose con sus raíces latinas, y lo encontró en otra forma del arte: el bienestar y la belleza, por lo que estudió masaje terapéutico y se certificó en esteticismo en el Saint Paul College – A Community and Technical Cellege, además de tomar cursos en reflexología, entre otros. Por medio de masajes y sanación que giran alrededor de lo holístico, Bettaglio utiliza sus manos y sus conocimientos para ayudar a las personas a sentirse bien por dentro y por fuera -de manera similar a como ella misma crea su arte a partir de sus meditaciones y sentimientos traducidos en el lienzo- y cuando trabaja con alguien siente la totalidad del brazo, del músculo, abraza el momento y el espacio para librar la tensión, y luego tiene que limpiar la energía que se libera en ese proceso; “higiene energética” es el término, comenta. Bettaglio tiene su propia práctica privada, aunque también ofrece sus servicios en spas.

“La creatividad es algo lúdico”, comenta, y explica que cuando era más joven tuvo problemas de salud que la llevaron a inspirarse en Frida Kahlo y sus autorretratos y en Georgia O´Keeffe y sus flores. Con Tina Tavera y otras latinas artistas expuso por primera vez sus pinturas en la exhibición “Las malhechas”, recuerda, y el ahora participar en Saint Catherine la ha vuelto a reunir con algunas de ellas y a conocer a muchas más. Con la pintura de técnica mixta “Divine Union”, Bettaglio recordó, quería resaltar las posibilidades de lo que uno pone en el mundo y cómo las interacciones tienen un efecto de ondas.

Lys Akerman-Frank

Lys Akerman-Frank
Originaria de Brasil, Lys Akerman-Frank siempre tuvo la intención de emigrar a los Estados Unidos porque sabía que aquí podía convertirse en artista y vivir en libertad siendo gay lo cual, habiendo sido adoptada en una familia judía tradicional, no podía hacer allá. Así que luego de graduarse en diseño industrial en el Centro Universitario de Bellas Artes de Sao Paulo, se mudó a Boston para estudiar asistente de terapista ocupacional en Mount Ida College. Posteriormente llegó a Minnesota para asistir a la Universidad Saint Catherine y, en teoría, cursar la licenciatura en terapista ocupacional, pero cambió de carrera a artes visuales, lugar donde se desempeña hoy en día como asistente técnica en la galería Catherine G. Murphy, sede de la histórica exhibición mencionada líneas arriba.

Multifacética, Akerman-Frank creó su empresa de enmarcados luego de laborar por varios años en el sector privado; cuando decidió que necesitaba hacer un video para anunciar su negocio nunca se le ocurrió contratar a una persona: creó una marioneta. Así fue como dio comienzo a una ya larga trayectoria como creadora de títeres, en la que ha encontrado un excelente medio para trabajar con las tres dimensiones y aplicar todas sus habilidades, desde el diseño tanto artístico como mecánico y la fabricación, así como también la escritura y el montaje de obras teatrales para sus personajes, así como en comisiones con la compañía local On the Heart of the Beast, con la que tiene la oportunidad de visitar escuelas.

“La marioneta te da permiso para hablar de las cosas que no te atreves”, cuenta en entrevista Akerman-Frank, y agrega que para la exhibición que ocupa este artículo, quería hacer cinco máscaras pequeñas que representaran las diferentes “Lyses” que la componen, como la brasileña, la judía, la hija biológica de indígenas, pero fue Billy Franklin el que la convenció de que la convirtiera en una sola, grande, llena de todas las hojas que la conforman. “Hineni” es el título de la obra hecha con cuero, telas, alambre, plástico, resina epóxica y gomaespuma, con una dimensión de 4 X 4 pies. “Me tomó mucho tiempo crear esta máscara”, dice, porque eran muchas piezas, a ratos se volvía tedioso el proceso o lo quería cambiar todo, pero con el apoyo de su comunidad y la perseverancia, la terminó. Akerman-Frank reflexiona en que usamos varias máscaras y, en su caso, al fabricarlas, se las va quitando porque ya no las necesita más.

Ahora que es más grande se ve a sí misma más latina que cuando era joven. “Ser latina es mi parte favorita, es la más visible de todas. En el segundo en que digo hola, se sabe por mi acento” dice y agrega que el ser parte de esta exhibición histórica ha sido uno de los mayores regalos de su vida, al estar junto con tantas artistas, que considera que son increíbles en lo que hacen; además, todas piensan fuera de la caja como ella, “es un estado de mente muy de inmigrante de estar siempre viendo cómo arreglar cosas, o en movimiento, y me doy cuenta con esta exhibición, la mayor parte de la gente no quiere cambiar, pero los inmigrantes tienen que adaptarse para crear el mundo que quieren”, termina.

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