Por Leonor Villasuso Rustad
Como el amor no conoce de fronteras, los padres de la artista plástica Zamara Cuyún se conocieron y enamoraron en Guatemala cuando ella, descendiente de europeos avecindados en Minnesota, fue a estudiar allá y vivió en la casa de huéspedes de la madre de él. Así fue como la familia Cuyún comenzó su historia en Mineápolis, con tres niños de papá maya y mamá blanca. Cuenta en entrevista Cuyún que en su casa hablaron español hasta que ella cumplió tres años y por recomendaciones de que no era bueno para los niños hablar dos idiomas, los papás decidieron que el inglés fuera el dominante – su papá tuvo que aprenderlo. De los tres a los diez años de ella vivieron en un pueblito cerca de Cedar Rapids en Iowa, donde se les notaba que no eran de ahí porque no eran cien por ciento blancos, y cuando ella tenía diez años se mudaron a Mineápolis, donde había más diversidad. Cuyún se autodefine como un producto de la colonización, con raíces indígenas en Guatemala y nacida y criada en Mineápolis, lo que la convierte en una “gringindia”.
En la preparatoria Southwest en Mineápolis descubrió en la clase de arte la pintura acrílica, y gracias a la guía de su profesor Zhao aprendió a usarla; sin embargo, nunca se imaginó que al pasar de los años se convertiría en artista y que el acrílico sería su medio para expresarse ante las injusticias que el pueblo guatemalteco, y más particularmente el maya, ha padecido por más de quinientos años, desde la conquista de los españoles, pasando por la guerra civil y los malos gobiernos hasta la fecha. Pero antes de que eso sucediera, Cuyún estudió antropología en la Universidad de Minnesota y antropología y arqueología en la Universidad de Pennsylvania, con la intención de poder contar la historia de lo que ha pasado y continúa pasando a la gente indígena de Guatemala y aquí, a los indígenas nativos. En su tiempo como arqueóloga trabajó en Belice y en las montañas de Guatemala donde estaba el centro de control de las naciones mayas antes de que llegaran los españoles; cuenta que, aunque no fue a trabajar a los “lugares sexis” como Tikal, la experiencia arqueológica fue fascinante para ella mientras la practicó.
Esta artista proviene de una familia artística: “mi papá dibuja lindo, mis hermanos también, la familia de mi papá son artistas del tejido allá en Guatemala, los textiles. Creciendo tenía los textiles de Guatemala que tienen todos los colores, las matemáticas, todo eso. La teoría de los colores que los europeos dicen que no todos combinan, pero en Guatemala todos combinan y más, es más, nada de minimalismos” dice entre risas. Cuyún comenzó a pintar de manera autodidacta en el 2005, y además de exponer individualmente, ha participado en la creación de murales, como el que se encuentra en el ayuntamiento de San Pablo y que fue una colaboración con el programa de muralismo de CLUES en el que también participaron Marina Castillo, Aaron Johnson-Ortiz y Gustavo Lira. Junto con sus estudiantes elaboró “Aquí se respira lucha” en la escuela Venture Academy, y de mayor tamaño que ha hecho es el que adorna la fachada del supermercado “La Mexicana” en Lake Street, y que representa a un par de abuelas, una Dakota y otra maya, en un diálogo sobre el origen y las comunidades. “Me encantó, pero es mucho trabajo y no soy tan joven para la energía que requiere, pero me encantó el proceso y tener la oportunidad. Ese mural nos tomó un año desde hacer los planes hasta la instalación, es mucho trabajo, pero es increíble para mi ver mi trabajo en una escala tan grande” comentó al respecto de su incursión en el muralismo.
Desde octubre pasado la pasarela aérea (skyway) en Robert Street es el recinto de una de las obras más recientes de Cuyún, titulada “El vaivén”, que fue comendada por Nancy Ariza cuando esta se desempeñaba en el Minnesota Museum of American Art. Conformada por nueve paneles, adentra al público a un paisaje real de Guatemala en el que las montañas, los volcanes y la costa son el escenario donde personajes como la serpiente emplumada Gucumatz y la diosa de la luna Ixchel fluyen de manera orgánica brindando energía. “Tengo mucha inspiración de las vidrieras, como cuando iba a la iglesia de chica y me pasaba el tiempo viendo cómo la luz entraba”, abunda al respecto de este proyecto que podrá admirarse hasta octubre del 2025, para el que, por cierto, hizo las pinturas de los nueve paneles en lienzo con acrílico, y después de ser escaneados y convertidos en impresiones en vinilo, es posible ver los trazos de sus pinceles a contraluz, y sobre el que los comentarios que ha escuchado son positivos, de qué preciosas sus ventanas, que se ven desde la calle y dan alegría.
“El arte es un vehículo para poder hacer comentarios, sacar los sentimientos que llevo adentro y tener una conversación con el público. Enseñar a la gente joven que lo que está pensando sí importa” afirma Cuyún, quien da clases en The Saint Paul Conservatory for Performing Arts porque le encanta trabajar con jóvenes y tiene una gran pasión por la enseñanza. Gracias a la tecnología y las redes sociales ha podido compartir sus obras de arte con sus familiares en Guatemala; sin embargo, exponer en vivo allá sería muy costoso y el formato que ella usa es grande, por lo que el solo transporte de la obra no es fácil. Sobre el hecho de que muchos artistas latinos no son conocidos en sus países de origen, su opinión es que los artistas latinos en Estados Unidos no tienen las oportunidades aquí, y tampoco en sus países de origen, y tiene que ver con el racismo, las políticas y otros componentes que son retos para los artistas aquí. Y para ella, siendo mujer, en Guatemala, y su arte siendo político, no está bien visto allá, y aunque la guerra terminó en los noventa quedan muchas personas en el gobierno que cometieron horrores y todavía es peligroso en Guatemala tener una opinión contraria a la de ellos. “Tenemos que tener cuidado, pero también tenemos que hablar y decir la verdad”, como lo hace en sus pinturas que es posible apreciar en la página www.zamaracuyun.com, en las que seres mitológicos, sirenas y paisajes cuentan visualmente historias poderosas con un manejo personal del color y el ritmo.
Cuyún ha estado colaborando con los artistas latinos locales, como ahora con Tina Tavera y Serpentina Arts, donde es miembro del comité de liderazgo. “Ahora me estoy involucrando con grupos de artistas, es una comunidad grande, y estoy aprendiendo de ellos que llevan cuántos años haciendo eso” dice con humildad, y anuncia que, junto con William, Billy, Franklin está curando una exhibición en el otoño en Saint Catherine University, de mujeres y personas no binarias 41 artistas, una vista panorámica de artistas latinos en Minnesota. Será la primera vez en más de veinte años en que un grupo tan grande de artistas latinos expondrá al mismo tiempo, así que habremos de estar al pendiente.
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